La mezcla de corrupción, pobreza, ciudades superpobladas y precarios sistemas sanitarios hizo temer a muchos los efectos devastadores que podía tener el Covid-19 en África subsahariana, que alberga al 17% de la población mundial. Hasta ahora, sin embargo, solo ha tenido el 3,5% de los fallecimientos, la mitad de ellos en Suráfrica. La región ha capeado razonablemente bien el embate del coronavirus, con poco más de 35.000 muertes y 1,5 millones de contagios. El 80% de los casos son leves o asintomáticos, según la OMS.
En marzo Suráfrica preveía, por ejemplo, que hacia diciembre acumularía 50.000 muertes. Pero aunque es el sexto país con más infecciones, su tasa de mortandad es 10 veces menor que la británica y siete veces menor que la italiana. Y a medida que se acerca el verano austral, la tasa de contagios sigue bajando. La mortalidad media del conjunto regional ha sido del 2,2%, frente al 4,4% mundial, el 8% en Canadá o el 15% de Reino Unido.
La insuficiente información fiable y la escasez de test serológicos (13 millones) relativiza esas cifras. Incluso si el número real de muertes fuese el doble, la mayoría de los países, incluido Suráfrica, salen bien parados, sin bruscas…