Las alianzas estratégicas y las rivalidades entre países centrales influyen de manera determinante en el sistema energético mundial. Pero no conviene excederse en los análisis geopolíticos y obviar la oferta y la demanda y las políticas asociadas, por ejemplo, a la transición energética.
Suele decirse que el precio del petróleo depende, por este orden, de Dios, Arabia Saudí y los mercados, aunque muchos analistas consideran que Arabia Saudí debería figurar antes en el ranking. En todo caso eso deja a los mercados en tercer lugar, lo que no resulta desdeñable. Sobre la tectónica de la geopolítica de bloques, inspirada en las concepciones más clásicas del poder, se superponen unos mercados en permanente evolución que alteran los equilibrios políticos. Podrían mencionarse al respecto el despliegue de las energías renovables, el desarrollo del gas no convencional, el auge (o la caída, según los países) de la energía nuclear, la construcción de infraestructuras de transporte o el desarrollo de nuevas tecnologías, entre otros factores.
El riesgo de abusar de los análisis geopolíticos centrados exclusivamente en el poder político, es que a menudo éstos conducen a conclusiones económicamente inviables, a explotar la rivalidad en vez de alcanzar la cooperación y, por tanto, a equilibrios políticamente inestables y vulnerables. De hecho, en ausencia de una valoración económica sosegada, en el largo plazo los resultados del celo geopolítico pueden resultar contraproducentes. En este artículo se pretende ofrecer primero una visión equilibrada de los retos geopolíticos de la energía, con especial atención a la seguridad energética. A continuación se derivan algunas implicaciones para la Unión Europea y para España, concluyendo que es importante para ambos primar el componente económico sobre el geopolítico…