Cualquier consideración acerca de la seguridad nacional debe tener en cuenta los factores no previsibles (el impacto de los factores no militares en la seguridad) y que de una forma subjetiva provocan inseguridad en los Estados y en sus ciudadanos, condicionando los objetivos de seguridad nacional y las medidas a adoptar en el contexto de la política nacional de defensa. De ese modo, en la definición del concepto de “seguridad nacional” influyen no sólo los intereses nacionales de seguridad (que conforman las aspiraciones básicas del Estado en el orden internacional y que, llegado el caso, justifican su esfuerzo de defensa), sino también los cambios en el escenario estratégico internacional y que, especialmente a partir de la década de los noventa (con la caída del muro de Berlín y el fin del enfrentamiento Este-Oeste) y, sobre todo, tras los atentados terroristas del 11-S (seguidos de los de Madrid y Londres), han influido y condicionado las políticas de seguridad nacionales.
Así, el debate sobre lo que entendemos por seguridad trasciende al ámbito exclusivamente estatal y a la dimensión tradicional estratégico-militar. Estamos ante un concepto complejo y multidimensional, cuyo alcance puede adaptarse a cada una de las situaciones en función de los riesgos, la naturaleza de la amenaza y las variables a considerar. Ahora bien, el concepto de “seguridad nacional” ha experimentado unos cambios tan drásticos a lo largo de los últimos años que su análisis no se puede circunscribir solamente al ámbito de los estudios estratégicos, ni definir exclusivamente en términos militares, ya que lo que se trata de proteger son también intereses políticos y económicos de los Estados.
Félix Arteaga y Enrique Fojón han dedicado gran parte de su vida profesional al ejercicio y a la docencia de los asuntos de seguridad y defensa (que durante años estuvo ausente de…