POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 195

Las banderas de la Comunidad de Madrid, España y la UE a media asta en la Casa de Correos por los muertos del Covid-19 (Madrid, 30 de marzo de 2020). GETTY

En el horizonte, la gobernanza global

La salida de esta crisis solo puede ser conjunta. Y pasa de manera ineludible por un sistema multilateral más inclusivo, democrático y eficaz.
Arancha González Laya
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Fabrizio del Dongo, el protagonista de La cartuja de Parma, presencia la batalla de Waterloo sumido en la confusión. Aturdido por el estruendo de la artillería, las cargas de los húsares, los gritos de los soldados que mueren y matan, es testigo en primera persona de unos hechos históricos que, sin embargo y precisamente por su inmediatez, no llega a entender: le falta el distanciamiento que normalmente se requiere para analizar cualquier realidad con la ponderación necesaria que permita calibrarla y comprenderla.

Nosotros también estamos inmersos en unos momentos cruciales, posiblemente la crisis más grave que debe afrontar la humanidad desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El coronavirus no solo ha provocado ya decenas de miles de muertes, sino que puede tener consecuencias desastrosas sobre el conjunto del planeta. Están en riesgo nuestras vidas, nuestra seguridad y buena parte de nuestra prosperidad. Por eso, debemos hacer compatible la urgencia exigida para afrontar los aspectos de salud pública más acuciantes de la crisis, la necesidad de atender a los afectados por el virus y evitar la extensión de la pandemia, con una visión de mayor alcance sobre cómo vamos a abordar en el medio y largo plazo la reforma, o refundación, de un sistema de gobernanza global que deberá adaptarse a la nueva ­realidad, buscando conjugar prosperidad, sostenibilidad y equidad.

A veces se hace preciso subrayar lo obvio: por muy poderoso que sea, ningún país puede afrontar por sí solo con éxito la gestión de procesos que, en su esencia, son transnacionales. Con el grado de interconexión de nuestro mundo –migraciones, comercio y cadenas de valor internacionales, bienes públicos y externalidades globales, flujos de capitales y servicios–, quienes propugnan el repliegue nacionalista o identitario están, en realidad, proponiendo algo imposible, porque quieren que retrocedamos por una senda ya…

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