Cuando los responsables políticos estadounidenses debaten sobre el futuro de las mujeres afganas suelen plantear una opción binaria. Estados Unidos puede abandonarlas –como daño colateral de un temerario experimento occidental impuesto a una sociedad arcaica– o librar una guerra eterna para protegerlas. Pero la disyuntiva de que hay que abandonar a las mujeres de Afganistán o defenderlas a perpetuidad parte de una visión anticuada de la sociedad afgana y de un malentendido acerca del camino que sus mujeres prevén para mantener y proteger sus derechos.
Mientras EEUU se prepara para retirar sus tropas de Afganistán antes del 11 de septiembre de este año, debe esforzarse por comprender mejor por qué han luchado las mujeres afganas y qué necesitarán para asegurar su futuro. La retirada arroja una sombra sobre la perspectiva de proteger los derechos de las mujeres afganas. Pero la retirada militar no tiene por qué significar la renuncia a los logros de las mujeres. Washington y sus aliados todavía tienen herramientas a su disposición para ayudarlas a defender sus derechos y garantizar que el Estado y las fuerzas de seguridad de los que dependen las mujeres afganas permanezcan intactos.
Reformas internas
Estados Unidos no trajo los derechos de la mujer a Afganistán. El programa de reformas y derechos de la mujer del país está muy arraigado y se remonta a la década de 1920. En los años setenta, la monarquía afgana había instituido de manera gradual políticas que promovían la educación universal de las mujeres y las niñas, apoyando su participación en prácticamente todos los sectores de la fuerza laboral, en especial en los centros urbanos. Pero en 1979, la Unión Soviética invadió Afganistán, sumiendo al país en un conflicto que duró décadas y que continúa en la actualidad. El gobierno respaldado por los soviéticos impuso duras reformas…