A pesar de la inseguridad, la corrupción y el descontento social, el presidente Keita ha logrado la reelección. Sin embargo, existe gran incertidumbre sobre el futuro inmediato del país.
El 29 de julio y 12 de agosto, Malí celebró comicios para elegir al jefe de Estado. Las sospechas de fraude de la oposición fueron constantes antes y durante las elecciones. Decenas de colegios electorales no pudieron abrir por la violencia armada de los grupos yihadistas. Organizaciones de la sociedad civil denunciaron la violación de derechos civiles durante el periodo electoral. Ocho millones de electores estaban llamados a las urnas para dar continuidad a las políticas de Ibrahim Bubacar Keita o para expresar su descontento con ellas. La noticia no ha sido la reelección de Keita sino las irregularidades y los graves acontecimientos acaecidos durante los comicios. El país africano es uno de los más empobrecidos del mundo, afectado por la corrupción, el terrorismo y las consecuencias del cambio climático. Desde hace ya seis años vive una crisis multiforme que parece enquistarse a tenor de los hechos y cifras que atañen a su seguridad y desarrollo. ¿Son las elecciones un paso en su estabilización? El imperfecto desarrollo de las elecciones presidenciales y el pobre balance de los cinco años anteriores de presidencia del reelegido Keita plantean algunas incertidumbres sobre el futuro inmediato de Malí.
Unas elecciones presidenciales entre inseguridad y sospecha de fraude
Hasta la fecha en Malí, las elecciones presidenciales que han organizado los presidentes salientes han dado como resultado su victoria. En los comicios de este verano, la tónica ha sido la misma. El presidente, que puede presentarse para una única reelección, es el encargado de organizar los comicios a través de su primer ministro y el Ministerio de Administración Territorial. Los otros dos órganos encargados del apoyo…