Gracias al uso de Internet, el Estado Islámico logra hacer una distribución de su propaganda a una escala inédita y una cierta banalización de su brutalidad.
«¿No le parece que los vídeos de propaganda del Estado Islámico (EI) son de una calidad novedosa y un auténtico trabajo de profesionales?”. Tanto periodistas como políticos me plantean esta pregunta desde hace varios meses. Tras el horrible asesinato de los periodistas estadounidenses James Foley y Steven Sotloff y del cooperante británico David Haines, se le ha añadido la pregunta de si el yihadismo ha alcanzado nuevos límites de barbarie. Por desgracia, en lo que respecta a la barbarie, y a diferencia de lo que mantienen algunos “yihadólogos”, la respuesta es que no. Ya nos hemos olvidado de la decapitación de Nicholas Berg, ataviado con la misma túnica naranja, en 2004, y de las decenas de asesinatos perpetrados en Irak en el mismo periodo, o también del asesinato del periodista de The Wall Street Journal, Daniel Pearl, en 2003. No existe una verdadera ruptura con la propaganda de Al Qaeda aunque el Estado Islámico, hoy día, compite, o incluso choca, con la organización fundada por Osama bin Laden. Desde hace más de tres décadas, a saber, desde la guerra en Afganistán contra los rusos en la década de los setenta, numerosos grupúsculos yihadistas, especialmente Al Qaeda, entonces aliados circunstanciales de Occidente, han desarrollado una estrategia de propaganda y un lenguaje visual muy eficaz que se han ido infiltrando poco a poco en los países occidentales.
La llegada de la era de Internet 2.0
Lo que resulta novedoso, en cambio, es el constante progreso tecnológico de la revolución de la web 2.0 y sus redes sociales, que los yihadistas aprovechan al máximo: la inmediatez de la información y de las imágenes, la multiplicación de…