En un intento de consolidar una subcultura política islámica, Ennahda opta por separar proselitismo y política y pasa de ser partido islamista a partido democrático musulmán.
Durante su último congreso, celebrado en mayo de 2016, el partido político tunecino Ennahda [Partido del Renacimiento] anunciaba que había concluido su transformación en un partido de demócratas musulmanes, comprometido con los principios de la libertad y la democracia, y totalmente centrado en los asuntos políticos. Más del 80% de los delegados de Ennahda votaron a favor de este giro formal, cuyo principal objetivo es separar el activismo político del religioso. La separación entre proselitismo (dawa) y política es ahora total y oficial.
El presidente y principal ideólogo del partido, Rachid Ghanuchi, explicaba en detalle las razones por las que Ennahda decidía pasar de partido islamista a partido democrático musulmán en septiembre de 2016. Aclaraba que el final de las actividades religiosas no significa renunciar a su identidad islámica ni a su conservadurismo social. Subrayaba que “el entorno en el que opera el partido ha cambiado drásticamente”, y pedía un decisivo compromiso con los valores expresados en la Constitución de 2014. En resumen, el Estado tunecino ya no reprime las creencias religiosas ni vigila la conducta religiosa de sus ciudadanos. Se deduce que ya no hay necesidad de un movimiento/partido que defienda la religión. El partido puede ahora centrarse en lo que importa a los ciudadanos –la economía o los asuntos exteriores, por ejemplo– mientras que el movimiento puede continuar con su activismo social, promoviendo prácticas religiosas específicas en la sociedad. El giro del partido es también esencial para marginar las tendencias extremistas, que plantean una grave amenaza para la estabilidad del país y de la región en general. Según Ghanuchi, “es crucial ofrecer una alternativa esperanzadora a millones de jóvenes musulmanes…