POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 179

Mapa satírico de 1877, que presenta a Rusia como la vengadora. CORNELL UNIVSERSITY

El vecindario no compartido con Rusia

Lo que Moscú denomina extranjero cercano y Bruselas define como vecindario compartido ha sido la clave de las relaciones UE-Rusia en los últimos 25 años. Nunca antes la diferente consideración del espacio postsoviético había sido tan antagónica.
Nicolás de Pedro
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Rusia solo tiene dos aliados: su ejército y su armada. Así reza la famosa sentencia que, según se cuenta, el zar Alejandro III solía dirigir a sus ministros, añadiendo que “todos los demás, a la primera oportunidad, se levantarán en contra nuestra”. El presidente, Vladimir Putin, la recuperó en abril de 2015 durante el programa televisivo Línea Directa para responder a una cuestión formulada por un coronel retirado, veterano de Stalingrado. Ni la cita era casual ni la pregunta inocente. Refleja la percepción de Rusia tanto de no poder confiar más que en sí misma como de la vulnerabilidad de su gran masa continental –sin grandes defensas naturales–, ideas persistentes y profundamente enraizadas en el pensamiento estratégico ruso. Tanto, como la convicción del Kremlin de su derecho natural y necesidad vital de disponer de un área de influencia (léase control) en el antiguo espacio soviético, particularmente en la zona europea. La combinación de ambas convicciones –vulnerabilidad territorial y tutela sobre los vecinos– conforma el nudo gordiano de las dificultades de Moscú con sus vecinos y las tensiones con la Unión Europea y la OTAN.

En lo que respecta a Occidente, la ruptura es profunda y lleva años gestándose. El camino que conduce al actual deterioro puede trazarse hasta la propia caída de la Unión Soviética, en 1991. En estos 25 años, el choque de percepciones ha conducido a la consolidación de dos narrativas antagónicas. La rusa se alimenta de las expectativas frustradas con respecto a su lugar en el orden de la posguerra fría. Desde la perspectiva de Moscú, Occidente ha aprovechado su desmantelamiento voluntario del imperio soviético no para establecer una situación de igualdad mutuamente satisfactoria, sino para extender el dominio occidental hasta las fronteras de Rusia. Y, por si fuera poco, el Kremlin alberga la convicción de que…

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