Finalmente, el continente se ha conseguido desenchufar del gas ruso. La difícil travesía ha durado dos años, pero Europa finalmente está en condiciones para empezar a relajar su política monetaria y, con ella, iniciar la recuperación del consumo interno y de la inversión.

Sin embargo, entre otras cosas, los resultados de las elecciones europeas –con el auge de partidos populistas– han puesto en posición de alerta a muchas empresas europeas. El PMI compuesto de la eurozona sufrió en junio su primer descenso en ocho meses, anticipando una importante desaceleración de la actividad económica. La peor parte se la vuelve a llevar la industria, que según el PMI agravaría su contracción con el menor dinamismo desde que comenzó el año.

Una lectura similar se obtiene de la encuesta que elabora mensualmente el IFO a empresas alemanas. Los directivos y empresarios comunicaron un deterioro de sus expectativas de negocio de cara a los próximos meses. Y la encuesta complementaria, que realiza GFK a los consumidores, ha dejado en junio la primera caída desde inicios de año. Por una parte, se deterioró la expectativa de crecimiento de los ingresos y, por otra, las previsiones de consumo siguen en niveles históricamente bajos.

Las encuestas de confianza suelen ser el anticipo de lo que ocurrirá con el PIB, el consumo y el empleo, por lo que esta recaída no augura nada bueno. Además, las lecturas a la baja se producen tanto a nivel empresarial como de los individuos. Existe, por tanto, una preocupación creciente sobre la esperada recuperación económica.

“A juzgar por los datos preliminares de la encuesta PMI, la recuperación económica de la zona euro sufrió un contratiempo al cierre del segundo trimestre del año”, señala el informe publicado por S&P Global. Por una parte, se está produciendo una desaceleración de la entrada de…