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El sur del Mediterráneo emerge por el factor humano

Iñigo Moré
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El principal efecto de las revueltas árabes es que ahora sus ciudadanos pesan más que sus instituciones. La gestión de ese factor humano marcará su futuro y sus relaciones con Europa. Sin enfocar los esfuerzos en esa dirección, el fracaso es solo cuestión de tiempo.

 

El factor humano se ha impuesto a los restantes en el sur del Mediterráneo, no solo porque las migraciones tengan una importancia a menudo analizada únicamente en términos de contención, o porque su consecuencia, las remesas, sean más relevantes para los países del Sur que el turismo o la inversión extranjera. Ni siquiera se debe a la estampida migratoria desencadenada en Túnez. El motivo principal ha sido el nuevo ente político que han traído consigo los levantamientos de los ciudadanos, que son precisamente los protagonistas del proceso migratorio.

 

Las revueltas árabes han introducido en la cuestión migratoria euromediterránea una dosis masiva de personas, ahora ciudadanos, que la política europea tenía por objetivo contener o, al menos, disimular. Ahora es inevitable enfrentarse a problemas reprimidos durante mucho tiempo por los regímenes de la zona, además de los que comienzan a aparecer. Hay países que antes recibían inmigrantes, como Libia o Siria, que ahora producen emigrantes, dando al traste con su papel de válvulas de control de la presión migratoria regional. Las migraciones masivas parecían desterradas, pero ahora reaparecen en Italia y Malta y, como novedad, afectan al corazón de Europa por la posible reforma del Tratado de Schengen. Algo que solo puede explicarse por el pánico que producen las revueltas en Europa, lo que refleja la mala conciencia por haber sido el principal valedor de los regímenes derribados…

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