Aún cuando gran parte del mundo no dispone de agua potable de calidad y las necesidades de inversión son billonarias, las empresas del sector no ven cumplidas sus expectativas de crecimiento. En la actualidad, un 12 por cien del negocio total del agua está en manos del sector privado.
Hace ya años que los expertos y analistas financieros predican la llegada de un nuevo sector de alto crecimiento: el de las diversas industrias que integran el ciclo del agua y las tecnologías y servicios anejos. Pero, al igual que pasó con un país que durante décadas fue el país del futuro, el sector sigue sin despuntar del todo, al menos al ritmo que habían previsto los grandes centros de estudios, think tanks y bancos de negocios. Algunas empresas de Estados Unidos, muy locales, sí muestran buen crecimiento de sus ventas y beneficios (debido a las regulaciones domésticas protectoras), pero no se puede decir lo mismo de los grandes conglomerados de alcance mundial, como las francesas Veolia y Suez, que han visto sus ingresos estancados y sus valoraciones en bolsa muy castigadas. Y eso que los fundamentos en los que se basa la prospectiva sobre el brillante futuro del agua como negocio son más que consistentes.
El mundo se enfrenta a un serio y creciente problema de falta de agua. No solo de agua a secas sino también, y muy especialmente, de agua decentemente potable y de sistemas de reciclado de la residual. Decir que hay poco agua parece un sinsentido en un mundo al que llaman planeta azul, cubierto de este líquido en sus tres cuartas partes, pero así es…