El desarrollo sostenible es un precepto ético que reconoce la interdependencia de las necesidades humanas y del medio natural. No se puede proteger el medio ambiente con la mitad de la población en la pobreza, ni garantizar el desarrollo con un planeta en degradación.
Aún tiene porvenir nuestro planeta? Charles Darwin nos enseñó que la mayor parte de la historia de la Tierra se desarrolló sin nuestra presencia. En la actualidad, sabemos que en el mañana podrá haber una Tierra sin nosotros. Los éxitos humanos son, en primer lugar, los de una especie precaria, y el orgullo por nuestros logros nos hace olvidar a veces que somos, a escala geológica y planetaria, casi insignificantes.
Así, en la primera sesión de las Conversaciones del Siglo XXI organizada en la Unesco hace 10 años, el biólogo Stephen Jay Gould señalaba que la raza humana bien podría estar amenazada en su evolución. Es sorprendente el contraste entre el éxito histórico de nuestra especie –ha colonizado todo el planeta– y su extraordinaria soledad biológica. El hombre es la única especie del género humano. Hace dos o tres millones de años, había probablemente entre cinco y seis clases de especies de australopitecos que coexistían en África. Todavía hace 35.000 años, la Tierra contaba con al menos tres especies humanas, el Homo Erectus, el Homo Neanderthalensis y el “más joven”, el Homo Sapiens. Éste, fue el único que sobrevivió, y no es bueno, biológicamente hablando, ser único en su género. La soledad de nuestra especie invita a la reflexión, ya que revela el aislamiento, con relación al resto de la biosfera, de una especie que se adjudicó como proyecto la soberanía exclusiva de la Tierra. Al ser precaria, nuestra especie convierte en precario su planeta. Ante este orgullo narcisista y finalmente destructivo, a Gould le…