En pleno combate se desabrocha por accidente el jubón y queda su pecho al descubierto. Los soldados que combaten a su lado – no se sabe si admirados o espantados– profieren repetidos gritos de ¡mujer en la hueste…! Al caballero Oliveros no le queda otro remedio que asumir su verdadera condición femenina, hasta ese momento ocultada bajo las ropas de varón.
El ejercicio profesional de la armas se consideró durante mucho tiempo una actividad exclusiva del sexo masculino, encontrando una única excepción, las Amazonas, a quienes la historia o leyenda contemplan como mujeres-guerreras.
Es un hecho que tras muchos años de verse excluida de la milicia, la mujer se está incorporando, día a día, con mayor intensidad a tareas que hasta hace poco el hombre consideraba que le pertenecían sólo a él. La demanda una mayor igualdad de sexos que se recoge en las respectivas legislaciones nacionales y los serios problemas de reclutamiento de algunos países han determinado esta situación. El papel de la mujer en los ejércitos es diferente para cada país, como también lo es su porcentaje de participación respecto al total del personal que los compone. Las diferencias en la integración afectan a los distintos puestos a cubrir e incluso al carácter del propio reclutamiento.
Únicamente parece haber un elemento común, aunque con matices, y es el veto a la participación de la mujer en misiones de combate. Sólo unos pocos países permiten a la mujer participar en dichas misiones, entre los que encontramos a Bélgica, Dinamarca, Holanda y Noruega, el resto de países de la Alianza Atlántica se niegan a esta reivindicación femenina.
El puesto que la mujer pasará a desempeñar dentro del mundo militar en cada país vendrá prefijado por los intereses de la seguridad nacional.
De este modo y centrándonos en el hecho de…