Ahora que las elecciones alemanas han terminado, el relanzamiento del proyecto europeo puede comenzar. La tentadora posibilidad, al alcance desde la elección de Emmanuel Macron como presidente de Francia en mayo, puede convertirse en un plan real. Angela Merkel sigue siendo la canciller de Alemania, pese a la pérdida significativa de representación debido al surgimiento de los nacionalistas de AfD (Alternativa para Alemania) y pese a estar haciendo frente a las negociaciones de coalición más difíciles de su vida política. Su homólogo francés no esperó más de dos días para presentar en detalle su visión del futuro de Europa. Sin embargo, si el motor franco-alemán desea impulsar la Unión Europea de nuevo, ¿cuál será el papel para el sur de Europa?
La UE necesita protegerse de un entorno cada vez más hostil y de las fuerzas que la desafían internamente.
En el exterior, se habla del colapso del orden liberal. En realidad, nunca ha habido un único orden liberal, sino al menos dos: el delgado orden liberal 1.0 era un proyecto estadounidense, nacido después de la Segunda Guerra Mundial para proteger a los Estados de la subyugación de las potencias imperiales. Los europeos agregaron un orden liberal 2.0 mucho más grueso después del final de la guerra fría. Este orden superaba las fronteras nacionales y se ocupaba también de los derechos de las personas. El momento unipolar de América coincidió con la década universalista de Europa.
Hoy, el orden de seguridad mundial bajo supervisión americana y el orden jurídico inspirado en Europa están en declive, y no hay una alternativa para reemplazar este liderazgo. Mientras Estados Unidos se aleja cada vez más de la escena mundial, el modelo de Europa ha experimentado lo que los japoneses llaman una versión política del “síndrome de Galápagos”: hacia finales de la década de…