Las medidas de regreso al control del Estado sobre la economía se multiplican. La contrarreforma, con sus partidarios, avanza sin base teórica ni hoja de ruta. El neopatriotismo no es una respuesta a la crisis económica, sino la voluntad de cambiar el reparto de los beneficios con los inversores extranjeros. Los empresarios consideran que el creciente patriotismo económico es un regreso
al intervencionismo basado en la omnipotencia de la administración.