Ilegalizados y perseguidos, los Hermanos Musulmanes sirios se preparan para una eventual apertura del régimen. La renuncia a la creación de un Estado islámico, la aceptación del pluralismo político, el rechazo a la violencia y el diálogo con la oposición son los pilares de su estrategia.
Como otros grupos islamistas del mundo árabe, los Hermanos Musulmanes (HH MM) sirios han realizado, en el curso de los últimos años, una serie de movimientos destinados a distanciarse de las posiciones maximalistas mantenidas en el pasado. Dicho giro ha sido especialmente perceptible desde la llegada a la presidencia de Bashar el Assad en 2000, año desde el cual se han redoblado los esfuerzos para concertar un programa de acción conjunta con el resto de grupos de oposición al régimen alauí.
El activo papel desempeñado en el Pacto de Honor, el Pacto Nacional Sirio, la Declaración de Damasco y el Frente de Salvación Nacional evidencian que algo ha cambiado en el movimiento islamista, más proclive ahora a aceptar el pluralismo de la sociedad siria y, por ende, al diálogo con el resto de las formaciones que componen la heterogénea oposición. Como abiertamente reconocía a The Washington Post en 2005 el guía actual, Ali Sadr al- Din al-Bayanuni, desde su exilio londinense: “Los HH MM están preparados para aceptar a los otros y para tratar con ellos. Creemos que Siria es para todo su pueblo, independientemente de su secta, etnia o religión. Nadie tiene el derecho de excluir a nadie”, actitud que contrasta con la cerrazón mantenida antaño ante esta cuestión.
De la revuelta islamista (1979-82), sofocada con el bombardeo de Hama, todos parecen haber extraído lecciones. Hoy día, los HH MM rechazan el empleo de la violencia para desalojar del poder a un régimen que antaño tachaban de “apóstata” y con el que ahora…