La energía del futuro debe estar exenta de carbono, será renovable en gran medida, sin abandonar la energía nuclear de fisión. Los recursos fósiles seguirán siendo mayoritarios, las pilas de combustible tendrán un papel relevante, y la fusión podría empezar a comercializarse hacia 2050.
El bienestar está basado en la disponibilidad de energía abundante a bajo precio, como se percibe en la correlación entre el consumo de energía por habitante y la renta per cápita, o cualquier otro indicador de bienestar más integral como el Índice de Desarrollo Humano (IDH) que tiene en cuenta no solo el factor económico sino también otros factores políticos y sociales.
La energía del mundo moderno se ha obtenido de diferentes fuentes a lo largo de la historia, desde el carbón que sustentó, junto a la máquina de vapor, la primera revolución industrial; hasta el petróleo y el gas natural que, junto a los motores de combustión interna, las turbomáquinas y la electricidad, son la base del sistema energético actual. Dentro de las diferentes formas de energía final a disposición de los consumidores, la energía eléctrica es la más útil y versátil, siendo el nivel de electrificación de los países un buen indicador de su grado de desarrollo.
Desgraciadamente, el mundo que se ha configurado con los recursos energéticos actuales es insostenible, por lo que se hace urgente un cambio radical hacia nuevas fuentes de energía que permitan un desarrollo más racional. Desde la perspectiva energética, la sostenibilidad se basa en cuatro puntos: a) la disponibilidad de recursos energéticos a precio competitivo, b) la equidad en el acceso a la energía para la generación actual y las futuras, c) el impacto ambiental y riesgos aceptables y d) la seguridad de suministro. Ninguno se cumple en el sistema energético actual, ni a nivel mundial ni en…