En 1840, lord Palmerston afirmó: “El Gobierno de Su Majestad ha hecho saber que considera a Siria como la clave militar de la Turquía asiática”1. Hoy Siria sigue siendo la clave militar y política del nuevo orden regional. Pero como dijera también en el siglo pasado Benjamín Disraelí: “El Líbano es la clave de Siria”2.
Mientras el viajero recién llegado al aeropuerto de Damasco intenta sobrellevar lo mejor que puede la interminable espera que exige el control de aduanas sirio, se encuentra, profusamente expuesto en las paredes un sorprende plano del país. En la carta, ejecutada por los cartógrafos del Ejército, pueden apreciarse ciertas anormalidades. Así, los Altos del Golán figuran bajo control sirio, pese a que desde 1967 están ocupados por Israel. Pero es que Israel ni siquiera existe en el mapa. En su lugar figura un estado denominado Palestina, separado de Siria por una frontera que es definida como “temporal”, el mismo estatuto que se da a la frontera que separa a Siria de la región turca en la que están Antioquía e Iskenderun, la antigua Alejandreta, y ello pese a que esta zona es turca desde 1939. La linde de Siria con el Líbano y Jordania es marcada por una frontera “regional”. Cabe suponer los serios problemas a los que se vería abocado el Ejército sirio si intentase actuar como si Israel no existiera, o si sus tropas pretendieran circular libremente por los Altos del Golán.
Por supuesto, esta carta militar no es más que un ejercicio de propaganda propio de una dictadura como la de Hafez al-Assad. El sueño que marca el norte de la política exterior de Damasco desde que Assad se hizo con el poder y acabó con las constantes revueltas domésticas es el de la Gran Siria, que comprende…