Muchos dentro y fuera de la isla esperaban que el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), celebrado en La Habana entre el 16 y el 18 abril, acelerase las reformas económicas e iniciase algunos cambios políticos moderados. La visita de Barack Obama a la isla el 21-22 de marzo había elevado esas expectativas. El estudio de todos los documentos del congreso publicados en Granma, así como los comentarios recibidos de académicos cubanos, me ha permitido hacer una evaluación o balance de sus resultados, poniendo énfasis en los asuntos centrales abordados.
Debate antes y después
En el VI Congreso de 2011 hubo 8,9 millones de participantes y tres millones de propuestas sobre los “lineamientos”. Antes del VII Congreso hubo muy escasa información y debate, criticado de “secretismo” por un periodista oficial. Basado en cifras oficiales, unas 4.700 personas discutieron los cuatro proyectos; el 0,7% de los 670.000 miembros del partido y el 0,9% de la fuerza laboral. Los delegados sometieron 8.800 propuestas. Granma adujo que no se requería un debate masivo antes del VII Congreso al ser un seguimiento del anterior, pero los máximos dirigentes resaltaron la importancia del cónclave.
Un científico político cubano argumenta que una previa lidia pública amplia hubiese permitido a los ortodoxos criticar los resultados de las reformas y la distensión con Estados Unidos. Pero el congreso acordó someter las resoluciones a discusión con la base –podría extenderse hasta el VIII Congreso en 2021– lo cual abriría la misma oportunidad. Es curioso que los discursos de clausura del congreso no se trasmitieran en directo por la televisión.
La juventud es clave
Los miembros del PCC decrecieron un 4% en 2014-15 debido a “desinterés”, “desactivación” y “merma de ingreso de los militantes de la Unión de Jóvenes Comunistas”. Por ello, cuestiones centrales fueron…