El mundo ha asistido estupefacto a los resultados de las elecciones presidenciales del 5 de noviembre de 2024 en Estados Unidos. Aunque las probabilidades de un eventual retorno al poder del otrora empresario inmobiliario no eran pequeñas, según anticipaban encuestadoras y casas de apuestas, nadie preveía una victoria así, tanto en votos como en compromisarios (miembros) del colegio electoral. La vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca el 20 de enero de 2025 vaticina un escenario político complejo en América Latina. En este artículo, enhebrando con lo que fueron los impactos de su primer mandato en la región, se intenta calibrar cuáles son sus legados en materia de populismo en estos países.
El primer gobierno del líder neoyorquino se caracterizó por el carácter errático de algunas de sus políticas públicas y por el uso intensivo de estrategias de comunicación que, aplicando miradas de locus de control externo, atribuían los fracasos y el origen de determinados problemas a actores diversos: inmigrantes, tecnócratas, celebridades y potencias extranjeras. Los intentos de controlar otros espacios de poder más allá de la autoridad ejecutiva han sido también una constante en ese periodo. La creación de narrativas basadas en hechos alternativos (no siempre desprovistos de algún eje asentado en rasgos ciertamente verosímiles) puede ser también incorporada entre estos elementos característicos.
Estos temas propios del populismo no fueron creados por el político republicano en su primer mandato pero, por lo que él ha encarnado como líder del mundo libre, influyeron e influirán urbi et orbi en lo que algunos con desdén han llamado el patio trasero de los Estados Unidos. Los modos de hacer, pero sobre todo de ser y comunicar de Donald Trump, han moldeado y legitimado otros liderazgos populistas en la región latinoamericana en ambas direcciones del espectro ideológico. Hacemos un repaso no…