POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 147

El legado de Sarkozy

Editorial
 | 

Nicolas Sarkozy se enfrenta al riesgo del 6 de mayo, segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas. Los sondeos dan por ganador al candidato socialdemócrata, François Hollande. En la V República, el presidente suele ser una figura excepcional, no demasiado lejana a la dimensión de Charles de Gaulle. Cuan­do en 1958 el general fundó la V República susti­tuía a un admirable presidente democristiano, René Coty.

Con su pasado a cuestas, de Gaulle entraba en el Eliseo como un elefante, no precisamente en una cacharrería, sí en una casa modesta. Decidió transformarla en verdadero centro de poder. La IV República vivía sometida a los partidos; George Bidault, Robert Schuman, Edgar Faure, Pierre Pflimlin, Guy Mollet, también el gran Pierre Mendès France, dominaban el teatro de operaciones. En medio de las tensiones, Francia dio su medida. El renacimiento de los 20 gloriosos años fue una máquina de producir e inventar, comparable casi a la actual Alemania. Es inconcebible cómo pudo superar la posguerra, con dos guerras coloniales de añadidura, Indochina y Argelia. El desenlace gaulliano tardó todavía 10 años en llegar.

Tras la desaparición del general, su dimensión quedó recortada en los siguientes 40 años –Pompidou, Giscard, Mitterrand, Chirac, Sarkozy. Los historiadores sostienen que el primero y el tercero dieron la talla: su medida rebasaba la cintura del general. Los otros tres, estadistas de mérito, no llegaron a aquella altura. Eso invita a reflexionar sobre la influencia de la persona en la estructura política, menor cuanto una sociedad está más fuertemente integrada. En 1945-60, la política de Francia fue mediocre mientras la recuperación resultó milagrosa –no fueron ajenos los padres europeos, Jean Monnet y Robert Schuman.

Hay que decir, sin embargo, que Sarkozy deja un legado considerable. Recor­damos muy pocos puntos:

La autonomía de las universidades: no solo por su profundidad, también…

PARA LEER EL ARTÍCULO COMPLETO