El 30 de agosto de 2024, el Tribunal Supremo de Brasil prohibió a X –la plataforma de redes sociales antes conocida como Twitter– conectarse a Internet en el país. La prohibición fue la culminación de una lucha de meses entre Elon Musk, propietario de la plataforma y el hombre más rico del mundo, y Alexandre de Moraes, uno de los jueces del tribunal. Moraes recibió el encargo de investigar el papel de la desinformación digital en los intentos de mantener en el poder al expresidente brasileño Jair Bolsonaro, pese a perder las elecciones. Como parte de esas funciones, Moraes había ordenado a X que retirara cientos de cuentas que difundían desinformación. En respuesta, la plataforma acusó a la justicia de censura. Musk retiró a los representantes que X necesitaba legalmente para operar en Brasil, lo que finalmente llevó a la justicia a impedir por completo el acceso de los brasileños a la plataforma.
Musk no se tomó bien la decisión y comparó a Moraes con un “tirano malvado”. Pero Musk no limitó su enfado a acusaciones duras. Según un reportaje de The New York Times, trabajó activamente para eludir la orden. En primer lugar, Musk animó a los brasileños a utilizar redes privadas virtuales (VPN) para eludir el bloqueo. Después, su red de satélites Starlink, que proporciona servicio de Internet a los abonados directamente desde el espacio, siguió proporcionando acceso al sitio. Por último, X redirigió su tráfico de Internet a través de nuevos servidores, lo que le permitió eludir por completo los controles de telecomunicaciones de Brasil.
Ante la creciente presión de las autoridades de un país con un importante número de usuarios X (y la incautación de activos), la empresa acabó accediendo a bloquear las cuentas de desinformación y a pagar sus multas. Pero la desfachatez con…