Las masacres de 1994 en esta república centroafricana fueron el más claro ejemplo de los problemas a que hace frente el nuevo intervencionismo. Pero según el autor, una acción militar exterior por parte de EE UU no hubiera impedido el genocidio. Los esfuerzos diplomáticos deben dirigirse a la prevención de los conflictos internos, no a discutir las modalidades de intervención.