La nueva cita debería celebrarse en septiembre, pero los planes de Trump de rediseñar la naturaleza de esta organización –reintegrando a Rusia e invitando a nuevos miembros– comprometen su viabilidad. La decisión del presidente de Estados Unidos de cancelar el encuentro se produjo hace pocos días tras una conversación telefónica con Angela Merkel. La falta de sintonía entre los dos líderes es absoluta desde que se conocen. Sus antitéticos estilos y valores evocan el divorcio transatlántico vivido en los últimos años, cuya próxima víctima podría ser el G7.
El grupo que forman los líderes de los países más industrializados del planeta (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos) suma el 58% de la riqueza global neta y más del 46% del PIB mundial. La Unión Europea es un invitado a sus reuniones, y Rusia participaba en ellas en formato conocido como G8 hasta marzo de 2014, cuando fue expulsada del foro tras la invasión de Crimea.
Trump lleva tiempo pidiendo el retorno de Vladímir Putin a las reuniones. Los europeos se oponen con más o menos reservas. Reino Unido y Alemania se muestran especialmente reacios. La UE todavía mantiene –al menos hasta el 31 de julio–…