Pocos expertos cuestionan hoy el modelo de crecimiento chino, el socialismo de mercado que, en solo tres décadas, ha convertido la República Popular en la segunda potencia económica del mundo. A pesar de sus éxitos, la estrategia de desarrollo da muestras de agotamiento.
Excesivamente dependiente del sector-capital intensivo y del motor exportador, el tradicional modelo económico chino ha generado profundos desequilibrios en la economía que amenazan la sostenibilidad del crecimiento. Destacan entre ellos la alarmante desigualdad de renta, la atonía del consumo y la insuficiente creación de empleo para hacer frente a las necesidades laborales de una población de más de 1.300 millones de habitantes.
La magnitud de los desequilibrios demanda la búsqueda de un nuevo modelo económico que se amolde mejor a las circunstancias de la China moderna, y que permita a su gobierno hacer frente a los retos socioeconómicos del siglo XXI. En este marco, el nuevo Plan Quinquenal, el duodécimo desde la creación de la República Popular, ofrece una oportunidad única para revitalizar el aletargado proceso reformista y afianzar la economía en la senda del crecimiento sostenido. La complejidad de las reformas que contempla el Plan convierte su ejecución en el mayor desafío al que se enfrentará el gobierno en los próximos años. Superar el reto con éxito es clave para el futuro de China.
Los retos del nuevo Plan Quinquenal
Aprobado en marzo por la Asamblea Nacional Popular, el duodécimo Plan Quinquenal (2011-15) contiene las directrices que guiarán la nueva oleada reformista, que tendrá un enfoque más sectorial, a diferencia de las grandes reformas macroeconómicas del pasado que han hecho del gigante asiático el paradigma de la transición económica.
El documento se hace eco de las múltiples restricciones estructurales que padece la economía, y define como máxima prioridad de política económica la…