“Lo que hacemos en la vida, resuena en la eternidad”, dice a sus tropas Máximo Décimo Meridio, comandante de los Ejércitos del Norte, general de las Legiones Fénix, fiel servidor del Emperador Marco Aurelio. La frase pronunciada por el actor Russell Crowe en la película Gladiator, de Ridley Scott, no puede ser más veraz. Lo que hacemos hoy construye el futuro. El futuro es el hoy.
A Century of Tomorrows: How Imagining the Future
Shapes the Present
Glenn Adamson
Bloomsbury Publishing, NY, 2024
352 págs.
Glenn Adamson (Boston, 1972) es un doctor en Historia del Arte de la Universidad de Yale, curador de museos, historiador y escritor. Es un teórico que traza su trabajo en los campos del diseño, la artesanía y el arte contemporáneo y que en su momento fue el responsable de investigación del Victoria & Albert Museum de Londres.
Adamson es el autor de A Century of Tomorrows: How Imagining the Future Shapes the Present. El título, efectivamente, no puede ser más sugerente: Un Siglo de Mañanas. Cómo Imaginar el Futuro Moldea el Presente. En este volumen nos cuenta la afición de los humanos por predecir el futuro, desde las cartas del Tarot hasta sus planes urbanísticos. Nos encanta, desde siempre, la futurología. Muchas veces el futuro que imaginaron nuestros ancestros fue acertado, y otras… no tanto. En un mundo en desarrollo imparable y con unos avances sorprendentes en el campo de la Inteligencia Artificial, el estímulo de pensar en el futuro es inevitable.
«En un mundo en desarrollo imparable y con unos avances sorprendentes en Inteligencia Artificial, pensar en el futuro es inevitable»
Sin embargo, corremos el peligro de creernos a futurólogos, visionarios o iluminados que quieren trazar el futuro a su conveniencia. Es el caso de Elon Musk (Pretoria, 1971). El gurú de Donald Trump es capaz de idear una fórmula perfecta para mejorar nuestra civilización a través de la carrera espacial, y a la vez lanzar mensajes sobre cómo ha de ser el esquema democrático en el que deberíamos vivir.
Musk da más miedo que esperanza cuando habla de “su” futuro: elimina las ilusiones de lo que podría significar adentrarnos en la oscuridad sideral en busca de nuestro pasado y las claves del universo, con un flirteo con el autoritarismo.
La futurología no es el futurismo, atención. Si futurología es según la RAE el conjunto de estudios que predicen el futuro de manera científica, el futurismo es la vanguardia artística fundada en Italia por Filippo Tommaso Marinetti. Y mientras esta corriente artística utilizaba los colores resplandecientes, las transparencias y las estructuras en movimiento para evolucionar el arte, los futurólogos trazan escenarios basados en una combinación de situaciones reales y sueños propios.
Es importante pensar en el futuro, idear planes que intenten mejorar las ciudades y nuestras vidas y predecir qué puede pasar, aunque la maldad, los virus y la naturaleza sean los que marquen nuestra existencia.
Pasqual Maragall, el que fuera alcalde de Barcelona, tuvo una visión en Baltimore (Maryland) en los años setenta, al ver cómo derribaban los viejos tinglados del puerto. El político trazó en su mente la apertura al mar de la que sería la Barcelona olímpica, y fruto de aquella visión logró mejorar la vida de las siguientes generaciones de ciudadanos.
«Hay que pensar en el futuro, idear planes para mejorar las ciudades y las vidas y predecir qué pasará si la maldad marca nuestra existencia»
El futuro debería pensarse en clave democrática y de mejoras sociales. Hay que pensar en el equilibrio no sólo de las ciudades del futuro, en la ciencia y en el arte… sino también en la convivencia, en cómo serán los países y, más importante, en la forma en la que sus ciudadanos pueden hoy asegurar que sus vidas y las de sus descendientes serán mejores. No hacerlo sería trazar nuestra próxima historia con esas cartas del Tarot que Adamson toma como ejemplo para iniciar su oportuno libro y hablarnos de la importancia que tiene construir el futuro modelando el presente.