La tecnología es el factor definitorio de la actual reordenación del mundo. Si bien las capacidades tecnológicas han sido siempre un elemento de poder, el alcance de tecnologías como la inteligencia artificial, el 5G, los microchips, la computación cuántica o el internet de las cosas ha transformado la geopolítica en una pugna por extender infraestructuras, sistemas y estándares, pero también principios y un modelo de sociedad y de Estado. El hecho de que las nuevas tecnologías desborden la dimensión industrial-económica y entren de lleno en la seguridad, los servicios públicos, la información o los medios de comunicación las convierte en un elemento estratégico para la soberanía de los países.
Esta doble cara del factor tecnológico, como elemento geopolítico y de soberanía, ocupa el bloque central de POLÍTICA EXTERIOR. En los últimos años, hemos ido publicando multitud de artículos sobre las consecuencias del acelerado desarrollo tecnológico y la competición abiertamente hostil entre los dos líderes indiscutibles: Estados Unidos y China.
El poder tecnológico conlleva riesgos en la misma medida que proporciona ventajas. Raquel Jorge describe los vectores en los que la tecnología actúa sobre el orden internacional, fragmentándolo, creando nuevos ganadores y perdedores y reconfigurando alianzas y coaliciones.
Rebecca Arcesati analiza de qué modo China quiere imponer no solo sus sistemas, sino su modelo de gobernanza digital combinando diplomacia, política industrial y regulación. Su avance es imparable en África y se dirige a América Latina. Mientras tanto, Europa sigue buscando su poder tecnológico particular, centrado hasta ahora –cómo no– en su capacidad regulatoria. ¿Sigue siendo un enfoque válido? Andrea Rodríguez coincide con Vicente Moret: regular es necesario, pero no es suficiente, ni como elemento de soberanía ni como factor geopolítico.
En una entrevista en estas páginas, el alto representante, Josep Borrell, habla de la respuesta europea a la guerra en Ucrania. El efecto inmediato ha sido la unidad y un giro en la política exterior y de defensa. Dentro de este giro, Borrell anuncia dos nuevos ejes de diplomacia para la UE: digital y climática. ¿Llegaremos a tiempo? ●