Atrapada entre EE UU y Rusia, la UE asiste pasiva al enfrentamiento surgido por el futuro escudo antimisiles que Washington instalará en Polonia y República Checa. La única funcionalidad probada del escudo es dificultar las relaciones y el acercamiento entre Bruselas y Moscú.
George W. Bush ha decidido instalar en Polonia y en República Checa la denominada “tercera pata” de su sistema nacional de defensa antimisiles. Un limitado escudo defensivo, pensado para proteger exclusivamente el territorio continental de Estados Unidos, frente a un ataque con un reducido número de misiles. Washington pretende desplegar 10 misiles interceptores en la abandonada base militar de Redzikowo, en Polonia, y construir un radar en la antigua base soviética de Brdy, en República Checa, para detectar el lanzamiento de los misiles y realizar el seguimiento de su trayectoria. Se han elegido estos países por su situación geográfica, tras analizar las posibles trayectorias que seguirían los hipotéticos misiles lanzados desde Irán, pero también por su fiabilidad como socios.
Mientras polacos y checos se han mostrado dispuestos a llegar a un acuerdo con Bush, iniciando un periodo de negociaciones, varios miembros de la Unión Europea –con Alemania y Francia a la cabeza– han expresado su malestar por el despliegue en territorio comunitario de una defensa estratégica antimisiles para EE UU. La respuesta de Rusia, mostrando su rechazo, tampoco se ha hecho esperar.
Las otras “dos patas” del sistema defensivo son sendas bases de lanzamiento de misiles interceptores, construidas en Alaska y en California, apoyadas por los radares de alerta temprana que ya existían en Thule (Groenlandia) y en Fylingdales (Reino Unido) y que se han modernizado. Con ambas queda cubierto un supuesto ataque con misiles, a pequeña escala, que pudiera llegar por el Oeste, desde Corea del Norte, pero tendrían nula utilidad frente a un lanzamiento que…