Occidente tiene dificultades para concebir y aceptar que ya no dictará de manera unilateral la agenda global. La adaptación al renacimiento chino requiere modestia y curiosidad intelectual para comprender por qué el ciudadano del siglo XXI tendrá características chinas.
El Quattrocento hace referencia al Renacimiento italiano del siglo XV; el Ershi yi shiji –siglo XXI en mandarín– puede utilizarse como referencia al renacimiento chino actual y el modo en que está transformando nuestro mundo. El renacimiento chino, posiblemente el proceso más importante de nuestra época, está compuesto por tres elementos interrelacionados: el resurgimiento económico, la transformación sociopolítica y la reinterpretación intelectual de la tradición china.
Después del XVII Congreso del Partido Comunista chino, antes de los Juegos Olímpicos de 2008 y la Exposición Internacional de Shanghai en 2010, no pasa un día sin noticias, debates o comentarios sobre China. Al afrontar semejante profusión, uno corre el riesgo de interpretar variaciones a corto plazo o fluctuaciones triviales como tendencias a largo plazo y de perder cualquier sentido de si siguen una pauta. Una pregunta puede ayudar a centrarnos en lo que realmente importa: ¿Están los occidentales preparados para adaptarse a los efectos del renacimiento chino? En otras palabras, ¿está preparado Occidente para un siglo con características chinas, para el Ershi yi shiji?
Catorce años después de la caída de la Dinastía Qing (1644-1911), el escritor Lu Xun preguntaba: “¿Cuándo dejaremos de traer nuevos ladrillos a la Gran Muralla?” (11 de mayo de 1925, Ensayos). La Gran Muralla, una estructura defensiva construida y consolidada a lo largo de los siglos para proteger el imperio de las invasiones nómadas, también puede verse como un símbolo de una mente china enclaustrada. El genio de Praga Franz Kafka, que no sabía demasiado sobre China pero experimentó las profundidades del alma laberíntica del ser…