Desde 2008, el mundo ya no es el mismo. Además del diferente impacto de la crisis, el creciente comercio entre los países del Sur los hace menos dependientes del Norte. Hoy son agentes económicos que reclaman mayores cuotas de poder en las instituciones globales.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) quiere que los BRIC (Brasil, Rusia, India y China) así como otros países exportadores de materias primas contribuyan con 300.000 millones de dólares a sus arcas con el fin de movilizar un billón de dólares para superar la crisis de la deuda soberana de Europa, que necesitará el 75 por cien de esos fondos adicionales. El objetivo del FMI es lograr un acuerdo antes de la cumbre del G-20 en México (18-19 de junio).
Hace solo unos años, habría sido difícil, sino imposible, imaginar al FMI y a los líderes europeos recurrir a la ayuda de China y de otras potencias emergentes para superar una crisis financiera. Pero desde 2008 el mundo ya no es el mismo. Los países industrializados ya no pueden prescindir de la ayuda del mundo emergente, que ha cambiado irreversiblemente los equilibrios del poder económico global.
La deuda neta de los países desarrollados aumentó del 45 por cien de su PIB en 2007 al 73 por cien en 2011 y podría llegar al 78 en 2016, según previsiones del FMI. En su reciente informe Back to Mesopotamia, Boston Consulting Group estima que entre deuda de hogares, empresas y gobiernos, el mundo desarrollado carga con 20 billones de dólares de deuda, muy por encima del nivel considerado sostenible: el 180 por cien del PIB.
En el último trimestre de 2011, 20 de las 42 mayores economías del mundo crecieron más de un tres por cien, pero solo dos de ellas, Austria y Suecia, pertenecían…