Siria se encuentra atrapada entre el callejón sin salida de las negociaciones y la trampa de la guerra subsidiaria, convertido el país en escenario de ajustes de cuentas entre potencias regionales y actores no estatales. El deseo de paz choca con la realidad sobre el terreno.
Las esperanzas suscitadas en el seno de las diplomacias occidentales a raíz de la iniciativa rusa en pos de una solución negociada tropiezan con la realidad sobre el terreno. La situación en Siria hoy presagia que la solución de la crisis no llegará desde arriba. Ninguno de los actores está preparado para hacer concesiones reales y las maniobras políticas del régimen de Bachar el Asad tienen un claro objetivo: ganar tiempo. La promesa de destruir las armas químicas hecha por el régimen ha permitido a los rusos obtener una victoria diplomática, al dejar en suspenso la preparación de ataques occidentales previstos en septiembre. Estados Unidos ha aprovechado la ocasión para desentenderse de un conflicto en el que no deseaba aventurarse. Sobre el terreno, sin embargo, la guerra continúa. Los rebeldes siguen avanzando, pero la insuficiente y desestructurada asistencia provista a las instituciones militares y civiles de la oposición ha permitido al régimen conservar sus posiciones y a los grupos fundamentalistas, medrar…