POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 142

El desafío de El Assad y las vacilaciones de Occidente

Natalia Sancha
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El escenario de una guerra civil en Siria inquieta a toda la región: de Israel a Irán, de Líbano a Turquía, de Irak a Arabia Saudí. El jaque al régimen de El Assad activa las rivalidades entre suníes y chiíes.

A diferencia del Magreb, donde el comercio intrarregional no supera el 1,2 por cien del total y la interdependencia política de los regímenes es casi inexistente, en Oriente Próximo los intereses y las dinámicas fronterizas crean un vínculo cuya alteración tiene un efecto dominó en toda la región.

Tras la caída de Hosni Mubarak en Egipto y la expectativa abierta por el creciente papel que puedan obtener los Hermanos Musulmanes tras las próximas elecciones, el jaque interno al régimen de Bashar el Assad en Siria ha despertado serias inquietudes tanto en la comunidad internacional como en los países vecinos. Turquía no quiere perder un nuevo y prometedor campo de comercio ni ver a miles de refugiados invadir sus fronteras. Arabia Saudí mantiene la esperanza de recuperar una influencia predominantemente suní en la región ante la debilidad de antiguos rivales como Irak y Siria. Israel se debate entre la tesitura de perder un enemigo con el que mantiene más de tres décadas de paz fría o decantarse por el caos. Hezbolá y Hamás temen perder un aliado político y transmisor de la ayuda económica y armamentística que provee Irán. Líbano se tambalea ante la bipolarización política interna entre los partidarios y detractores del régimen sirio. Irán lidia con las protestas internas y la posibilidad de perder al único aliado incondicional en la región. Los países del Golfo se han congelado frente a la fuerza centrípeta que ejercen Arabia Saudí e Irán. Y la comunidad internacional se muestra titubeante ante el grado de firmeza que debe adoptar frente al régimen sirio.

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