POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 121

El desafío de comprender a Rusia

La identificación con un lenguaje, una cultura o una religión, más que con un territorio, un Estado o un país, no es una característica de la conciencia que hoy día tiene Rusia de sí misma.
Francis Ghilès
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Rulers and victims, the Russians in the Soviet Union, Geoffrey Hosking. Cambridge: Belknap Harvard 2006. Getting Russia right, Dmitri Trenin. Carnegie Endowment for International Peace, 2007.

 

Una vez más, Rusia, su pueblo y su líder, Vladimir Putin, están presentes con fuerza en el escenario mundial y los medios de comunicación internacionales. Rara vez pasa un día sin artículos y comentarios sobre un país que, desde que el zar Pedro el Grande lo lanzara por una senda de europeización hace tres siglos, ha fascinado, horrorizado o simplemente desconcertado a las élites y la opinión pública occidentales. George Orwell comentaba hace más de medio siglo que “hasta hace poco, se consideraba apropiado fingir que los seres humanos se parecen mucho, pero en realidad cualquiera que pueda mover los ojos sabe que la conducta humana normal difiere de un país a otro. Cosas que podrían ocurrir en un país no podrían suceder en otro”. Esto es cierto en países que son viejos vecinos geográficos como Francia y Reino Unido y España y Portugal. Es todavía más cierto en numerosos países europeos y Rusia. Mientras el presidente ruso confunde a Occidente y su sucesión provoca ríos de tinta en la prensa, es mejor tener en cuenta el comentario de Orwell y recordar algunas características esenciales de la historia moderna de Rusia. A su vez, debemos evitar convertirnos en prisioneros del pasado, en especial de la guerra fría. Hay razones para ser optimistas y pesimistas.

Desde finales de la Edad Media, Rusia ha generado tres mesianismos. El imperio ruso se sostenía gracias al mito de la “tercera Roma” que se originó entre los viejos creyentes que no habían aceptado las reformas eclesiásticas de la década de 1650. Su convicción de que Moscú era la última sede verdadera de la ortodoxia tras la…

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