red valkyries ghodsee
Autor: Kristen Ghodsee
Editorial: Verso Books
Fecha: 2022
Páginas: 224
Lugar: Nueva York

‘El derrumbe de la confianza en el Este es fruto de las decepciones del poscomunismo’

Conversamos con Kristen Ghodsee, profesora experta en Rusia y Europa del Este y autora de ‘Red Valkyries’, un libro sobre la historia del feminismo socialista y algunas de sus protagonistas.
Política Exterior
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Conversamos con Kristen Ghodsee, profesora de Estudios Rusos y de Europa del Este en la Universidad de Pensilvania y autora de Red Valkyries: Feminist Lessons from Five Revolutionary Women, donde explora la historia del feminismo socialista, examinando las trayectorias revolucionarias de cinco destacadas mujeres que actuaron en los siglos XIX y XX. Unas socialistas que lucharon con tenacidad por el cambio social, a pesar de los grandes obstáculos, tratando siempre de hallar un equilibrio entre la necesidad de solidaridad de clase y el deseo de obligar a sus (a veces insensibles) colegas varones a que se tomaran en serio las cuestiones femeninas. “Escribí el libro durante las cuarentenas, y me inspiró el compromiso permanente de estas mujeres –que tuvieron que soportar guerras, hambrunas y también pandemias– con la creación de un mundo mejor”, explica Ghodsee.

 

Como señalaron usted y Mitchell A. Orenstein el año pasado, la abundancia de desinformación –como la que, por ejemplo, obstaculizó las campañas de vacunación contra el Covid-19 en Europa del Este– es “resultado de la quiebra de la confianza pública en las instituciones gubernamentales después del comunismo”. ¿Hasta qué punto esta falta de confianza pública aumenta la vulnerabilidad de Ucrania a la invasión rusa?

El derrumbe de la confianza pública es un problema en toda Europa del Este, y no es tanto un resultado de la era comunista cuanto de las decepciones de la transición poscomunista. Por ejemplo, una encuesta que hizo en 2009 el Pew Research Center halló que solo el 30% de los ucranianos apoyaba la democracia, en comparación con 72% en 1991. Y solo el 36% apoyaba el capitalismo, en comparación con 52% en 1991.

En 2019, un nuevo estudio del Pew en Ucrania preguntó a los encuestados si a los líderes electos les importa lo que piensa la gente de a pie, y solo el 15% dijo que sí. Solo el 14% dijo que la situación económica en su país era “buena”. Y los ucranianos declararon los niveles más bajos de satisfacción con la vida en todos los países europeos encuestados –incluso menos que Rusia–.

Ese estudio corroboró los tristes resultados de la tercera encuesta sobre la vida durante la transición, realizada por el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) en 2016. Solo el 9% de los encuestados ucranianos dijo que la situación económica en su país era mejor que cuatro años antes, y solo el 12% dijo que su familia estaba mejor –menos de la mitad de los promedios en la región de la transición, que fueron 24% y 29%, respectivamente–. Solo el 12% de los ucranianos dijo estar satisfecho con su situación financiera personal, en comparación con 31% en toda la región.

Cuando en 2016 se les preguntó a los ucranianos por las instituciones democráticas presentes en su país, solo el 20% dijo que había libertad de expresión, el 13% creía que había prensa independiente y el 11% declaró que había elecciones libres. El BERD halló que “a Ucrania le va peor que a la mayoría de los otros países en la región poscomunista en todos los indicadores institucionales percibidos”.

Aunque no es en modo alguno excusa para una invasión, estos niveles de desconfianza y decepción respecto de los ideales de la democracia y el libre mercado pueden haber hecho que a Rusia le pareciera particularmente vulnerable Ucrania, en comparación con otros estados de la región.

 

En 2019, usted y Orenstein propusieron que si bien Hungría era uno de los países más exitosos de la transición, “un derrumbe de los niveles de confianza social y en las instituciones públicas, y un creciente malestar por la desigualdad de ingresos” también contribuyeron en buena medida a la victoria de Viktor Orbán en 2010. ¿De qué manera estos factores influyeron en el resultado de las elecciones generales del 3 de abril, en las que Orbán revalidó su mayoría?

No soy experta en Hungría, pero Orbán ha sido muy hábil en reconocer las frustraciones de la gente y su decepción con los cambios sociales y políticos de los últimos 30 años. En tiempos de incertidumbre y agitación, la gente se siente atraída por líderes que ofrecen respuestas sencillas a problemas complejos. En general, los populistas reconocen y dan por válidas las tensiones psicosociales asociadas con los cambios en la economía global –en particular, el aumento de la desigualdad– mientras que los liberales y los centristas tienden a subestimarlas o ignorarlas. Mientras esto se mantenga, los populistas tendrán cada vez más atractivo electoral en todo el mundo.

 

En 2019, usted y Maria Bucur denunciaron los intentos de prohibir el aborto por parte de legislaturas de estados estadounidenses controladas por los republicanos, y explicaron que “las decisiones de las mujeres respecto del tamaño de la familia se basan en las realidades materiales”, por ejemplo la fortaleza de sus redes de seguridad social. Su libro de 2018 Why Women Have Better Sex Under Socialism: And Other Arguments for Economic Independence examina el poder de las políticas socialistas para mejorar la vida de las mujeres. ¿Qué políticas serían las más eficaces, y cuánto socialismo es suficiente?

En un nivel básico, creo que las mujeres necesitan prestaciones universales que les permitan equilibrar la vida laboral y la vida familiar si deciden tener hijos. Las incertidumbres y dificultades de la vida económica –en particular para los jóvenes– desalientan la formación de una familia, sobre todo para quienes viven en sociedades que exaltan la autonomía y el individualismo.

En todas las economías industrializadas avanzadas las tasas de natalidad están en retroceso, porque los Estados delegan el trabajo de criar a la próxima generación de trabajadores, contribuyentes y consumidores a la esfera privada, donde se espera que las mujeres lo provean gratis. Como la producción de nuevos ciudadanos beneficia a toda la sociedad, lo menos que deberían hacer los gobiernos es asignar recursos suficientes para sostener licencias pagadas con protección del puesto de trabajo para los padres; garantizar la provisión gratuita o subsidiada de guarderías, programas extraescolares y almuerzo escolar; y ofrecer algún tipo de asignación por hijo que permita compartir los costos directos e indirectos de la crianza. Estas prestaciones se pueden financiar con la recaudación tributaria general, seguros sociales especiales, fondos soberanos o las ganancias de las empresas públicas. La clave está en extenderlas a todas las familias.

 

Los intentos de destacar aspectos atractivos del socialismo al estilo soviético siempre chocarán con resistencia en Occidente. Como usted señaló en un artículo de 2021, “el triunfalismo occidental desde la caída de la Unión Soviética borró de nuestra memoria colectiva cualquier legado positivo del experimento socialista”. ¿Cuáles son algunos de los datos más concluyentes e ilustrativos que revela su investigación y que puedan presentarse a los escépticos?

Hice mi primera visita a Europa del Este en 1990, y llevo veinte años haciendo trabajo etnográfico de campo en la región. En los noventa, no generaba polémica hablar de los logros del bloque oriental en áreas como los deportes, la cultura, la ciencia y también los derechos de las mujeres. Pasé mucho tiempo entrevistando a dirigentes del Comité del Movimiento de Mujeres Búlgaras para hablar del trabajo que habían hecho antes de 1989, y estaban increíblemente orgullosas de sus logros, reconocidos por Naciones Unidas y muchos otros países del Sur Global. Pero casi todo ese trabajo quedó olvidado.

En cuanto a datos ilustrativos, podría dar muchos ejemplos. Uno es el legado del compromiso socialista con la educación y capacitación de las mujeres en ciencia y matemática. En 2018, el Instituto de Economía del Trabajo llevó adelante un estudio sobre matemática, mujeres y socialismo, donde se examinó un nutrido conjunto de datos tomados de una encuesta sobre calificaciones académicas y de los resultados de pruebas estandarizadas en matemática. Usando la división anterior de Alemania para aislar los efectos históricos de las diferencias entre educación capitalista y educación estatal socialista –y controlando diferencias en condiciones económicas y estilos de enseñanza–, los investigadores hallaron que en la Alemania del Este la brecha de género era significativamente menor que en la del oeste.

Comparando luego los resultados de pruebas estandarizadas, los investigadores hallaron evidencia de que “la brecha de género en matemática es menor en los países europeos que formaban parte del bloque soviético, en comparación con el resto de Europa”. En algunos países del antiguo bloque socialista, la brecha de género en aptitud matemática era nula. En 2018, ocho de los diez países con la mayor proporción de mujeres empleadas en empresas de alta tecnología se encontraban en la Europa excomunista.

 

Su nuevo libro se centra en las historias de “feministas radicales [que] también eran comunistas”. Las cinco mujeres que eligió –entre ellas la aristócrata bolchevique Alexandra Kollontai y la infalible francotiradora Lyudmila Pavlichenko– promovieron el feminismo en formas novedosas, con enseñanzas para las activistas actuales. ¿Cuáles serían las enseñanzas más destacadas?

La importancia de tener sólidas redes personales, un compromiso permanente con el aprendizaje autodidacta y una tenacidad a prueba de decepciones y fracasos.

Las cinco mujeres que presento cultivaron y mantuvieron fuertes vínculos familiares, de amistad, con colegas y con activistas; para ellas, forjar vínculos humanos era una labor profundamente política. Además, todas eran lectoras voraces, y estaban todo el tiempo llenando sus mentes de ideas nuevas y compartiéndolas en sus redes. No se autoeducaban para crear “capital humano” o valor económico personal, sino como un proyecto colectivo en pos de crear una sociedad mejor para todas las personas. Finalmente, todas se enfrentaron a muchos obstáculos y burlas tratando de alcanzar sus objetivos, y procuraron vivir de acuerdo con sus ideales.

 

¿Hay alguna “feminista comunista” cuya historia no haya podido contar en el libro, pero cuyos logros también merezcan reconocimiento?

Hay muchas historias fascinantes que me encantaría explorar. Si tuviera tiempo y energía, destacaría los logros de mujeres como Flora Tristán (Francia/Perú), Claudia Jones (Trinidad y Tobago), Thyra Edwards (Estados Unidos), Maryam Firouz (Irán), Jessie Street (Australia), Nguyen Thi Bình (Vietnam), Vilma Espín (Cuba), Rosario Morales (Puerto Rico), Deng Yingchao (China), Aoua Kéita (Malí), Funmilayo Ransome-Kuti (Nigeria), Hertta Kuusinen (Finlandia), Umi Sardjono (Indonesia) y Kanak Mukherjee (India), entre muchas otras.

 

Y tres recomendaciones

 

free

Free: A Child and a Country at the End of History

Lea Ypi

El bellísimo texto de Lea Ypi –en parte autobiografía, en parte bildungsroman– cuenta una historia muy personal del socialismo y el post-socialismo en Albania. En modo muy similar al libro de memorias Zonenkinder (2002) de Jana Hensel, las reflexiones de Ypi sobre la estabilidad y comodidad de la cosmovisión marxista de su juventud conectan con las experiencias de cientos de millones de individuos cuyas vidas ya no fueron las mismas después de la caída del muro de Berlín. Ypi no vacila en criticar los muchos defectos del antiguo régimen albanés –en particular, en lo relacionado con la persecución de su propia familia–. Pero evita un sentimiento anticomunista simplista y automático, y equilibra sus denuncias del régimen autoritario con una visión igualmente crítica de los procesos sociales, políticos y económicos que tipificaron la llegada de la democracia en los noventa. Ypi es una aguda filósofa política que examina el significado de la “libertad” en sociedades donde no todos tienen la oportunidad de hacer realidad su potencial.

 

everything

The Dawn of Everything: A New History of Humanity

David Graeber y David Wengrow

Audaz, sagaz y totalmente esclarecedor, The Dawn of Everything desafía muchos supuestos arraigados en relación con el “noble salvaje” y el “estado natural”. Un antropólogo (David Graeber) y un arqueólogo (David Wengrow), maravillosamente gruñones y contestatarios en este volumen de más de 700 páginas, que transformará la visión del mundo de quien se tome el tiempo para leerlo entero. Un éxito de ventas inesperado, que todas las personas que conozco están leyendo y discutiendo. Está lleno de ideas sorprendentes, pero creo que su principal logro es obligar a los lectores a reconocer lo tímida y limitada que se ha vuelto nuestra imaginación política.

 

cold war

Cold War Anthropology: The CIA, the Pentagon, and the Growth of Dual Use Anthropology

David H. Price

Siempre me interesaron los efectos de la política de la guerra fría sobre la producción de conocimiento, y cuando estaba en la escuela de posgrado, leí un ensayo de Laura Nader sobre lo que denomina el “factor fantasma” en antropología: la presencia persistente –aunque oculta– de la CIA. Nader y Price documentan la incómoda relación entre el estudio académico de las culturas extranjeras y las necesidades de las fuerzas armadas estadounidenses en su intento de evitar la difusión mundial del comunismo. Como muestra Price, después de la Segunda Guerra Mundial, la CIA utilizó agencias pantalla para distribuir fondos destinados –sin su conocimiento– a académicos, centros de investigación e institutos de estudios especializados, con el objetivo de influir en la elaboración de narrativas, y resignificó los resultados de investigaciones académicas sin el consentimiento de sus autores.

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