Un servicio militar enteramente voluntario es el sistema más económico, más justo y más eficaz de proporcionar a las Fuerzas Armadas los hombres necesarios para cumplir con su misión de defender a la nación. Es más económico porque implica un coste social total menor que el del reclutamiento obligatorio, es más justo porque permite una distribución de ese coste más equitativa entre toda la sociedad y es más eficaz porque permite asignar más eficientemente los recursos escasos de que disponen las Fuerzas Armadas. La afirmación de que un servicio militar exclusivamente voluntario (SMV) es mucho más caro que el de recluta obligatoria (SMO) sólo es sostenible desde una perspectiva estrechamente presupuestaria, pero no desde una consideración económica global.
Es indiscutible que la adopción de un SMV supondría, en caso de no ir acompañada por una sustancial reducción de efectivos, un incremento del gasto de personal de nuestros ejércitos y, como consecuencia, un incremento de nuestro presupuesto de defensa. Para poder atraer voluntariamente un número suficiente de jóvenes que satisfagan la demanda de personal de nuestras Fuerzas Armadas sería necesario fijar unos incentivos salariales muy por encima de las 1.075 pesetas que hoy se pagan a los soldados de reemplazo en nuestro país. Un joven tomaría la decisión de alistarse voluntariamente en el momento en que se le ofrezca, al menos, una remuneración igual a lo máximo que él pudiera ganar ejerciendo cualquier otra actividad en el sector civil. En la fijación de esa oferta remunerativa habríamos de considerar también la predisposición negativa o positiva que el joven posea en relación a la vida militar. Una predisposición positiva permitiría contratar a menor coste y una negativa podría plantear problemas de insuficiencia de personal. Las Fuerzas Armadas estarían así obligadas a competir con el resto de los ofertantes de empleo en la…