Saber qué se vende, a quién se vende y en qué manos cae finalmente el armamento exportado es el objetivo de la ley que el Congreso prevé aprobar antes del final de la legislatura. La ONU y la UE buscan un marco global para dar transparencia a un comercio con muchas sombras.
Según el anuario del Stockholm International Peace Research Institute (Sipri), España se ha situado en los últimos 10 años entre puesto 10º y el 15º en la lista de los principales exportadores de armamento pesado. Ello supone un descenso respecto a la década anterior. Así, en 1997 ocupó el quinto lugar en el ranking mundial y entre 1993-97 se había situado en la 10ª posición.
Hay que tener en cuenta que las armas pesadas suponen alrededor del 90 por cien del volumen total del comercio de armas convencionales. El resto corresponde a armas ligeras y pequeñas, que son las que acaban causando mayores problemas humanitarios.
Del total de las exportaciones realizadas entre 1991 y 1997, solo el 36 por cien tuvo como destino países industrializados, mientras el 64 por cien fue a parar a países en vías de desarrollo. Cabe destacar la construcción de un portaaviones fabricado por la empresa Bazán para la marina real tailandesa (que supuso un 30 por cien del total de las exportaciones), así como material aeronáutico a Turquía (10 por cien del total). Respecto al material exportado, más de la mitad correspondía a productos de aeronáutica; en menor medida se encontraban el sector naval, la electrónica, el transporte y, finalmente, las municiones y armas cortas.
El 80 por cien de las exportaciones militares españolas las realizaron cuatro empresas de titularidad pública: Construcciones Aeronáuticas, S.A. (CASA), Bazán, Indra y Santa Bárbara, como punta de lanza de una industria que desde la década de los…