Actores que en el pasado recurrían al “poder duro” (hard power) para extender su influencia, ahora apuestan por la diplomacia, el comercio, los deportes o las inversiones para ganar protagonismo no sólo en la esfera regional, sino también internacional. Entre las potencias medias que despuntan en Oriente Medio destacan a actores revisionistas, como Irán y Tur-quía, y a partidarios del mantenimiento del statu quo, como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos o Qatar, en los que centraremos nuestra atención. Desde la entrada en el siglo XXI, el mundo está inmerso en una etapa de turbulencias en la que el orden internacional liberal establecido tras la Segunda Guerra Mundial parece tambalearse. El final de la Guerra Fría dio paso a un orden unipolar en el que EEUU trató de ejercer su hegemonía a escala global. No obstante, el progresivo ascenso de China ha trastocado esta situación anticipando el advenimiento de un orden multipolar en el que el Sur Global está llamado a asumir un mayor protagonismo. En 2010 se estableció el bloque de los BRICS, (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), concebido como una alternativa al G7 occidental. El 1 de enero de 2024, Arabia Saudí, EAU, Irán, Egipto y Etiopía se sumaron a dicha asociación económica-comercial, gracias a lo cual los BRICS+ se han convertido en un gigante que aglutina el 50% de las reservas de hidrocarburos, el 45% de la población y al 35% del PIB mundiales.
Las Relaciones Internacionales denominan potencias medias a aquellos países que ocupan una posición intermedia en el sistema internacional y que no buscan la dominación mundial, sino una esfera de influencia en su entorno próximo. En un artículo publicado por el Institute for Peace & Diplomacy se las describía como aquellas con presencia regional duradera y arraigo geográfico, capacidad económica…