A finales de septiembre, el prestigioso semanario alemán Die Zeit llevaba en su portada, como tema principal, una pregunta: “¿Qué quieren los alemanes?”. Se trataba de un estudio realizado por el prestigioso sociólogo Steffen Mau. El científico social quería comprobar si la aparente polarización de la sociedad, su radicalización y su tendencia al populismo eran ciertas. El resultado de este análisis muestra que en los grandes temas como migración, clima, género, la población está mucho más de acuerdo de lo que se supone. Aunque el país no está dividido, sí hay descontento, desesperanza y rabia que acaban beneficiando a los populistas de la extrema derecha.
Estas fuerzas políticas no han hecho más que crecer con las sucesivas crisis: la del euro, la de los refugiados, la del Covid-19, la guerra de Ucrania, la crisis energética, el clima, la migración… Las alarmas ya han saltado ante el avance de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Y se ha podido comprobar en las elecciones regionales del 8 de octubre en Baviera y Hesse. Aunque los conservadores de la CSU y de la CDU han ganado de forma holgada, es preocupante que, en Baviera, la tercera fuerza más votada sea la AfD y que, además, haya crecido un 4,4% hasta alcanzar el 14,6%, mientras que, en Hesse, sube más del 5% y se convierte en la segunda fuerza política con el 18,4%. Los conservadores pueden coaligarse sin problema con otros partidos y lo harán, manteniendo el cordón sanitario, pero los resultados en Baviera y Hesse, en los que los partidos de la coalición semáforo del canciller Scholz sufren una estrepitosa derrota, muestran que Alternativa para Alemania ha dejado de ser un problema solo del Este.
De hecho, las encuestas indican que, a nivel federal, el partido de extrema derecha estaría por encima del…