Perú comenzó 2023 donde lo dejó en 2022: en medio de la precariedad institucional y el mayor estallido de violencia en 20 años. Con más de 50 muertos por la represión policial contra las protestas que piden su dimisión y un adelanto electoral, el mandato de la presidenta, Dina Boluarte –que asumió el cargo el mismo día que el Congreso destituyó a su antecesor, Pedro Castillo– pende de un hilo.
Con centenares de carreteras bloqueadas en ocho regiones del país, ciudades enteras corren riesgo de desabastecimiento, incluida Lima. La caída de Castillo tras intentar un autogolpe ha incendiado una pradera llena de avisperos. En algunas ciudades del interior, la violencia desembocó en la quema de edificios, saqueos de centros comerciales e intentos de toma de aeropuertos por grupos organizados infiltrados entre los manifestantes. En los incendios de las sedes de la fiscalía en Andahuaylas, Huancavelica o Ayacucho se han…