ECONOMÍA EXTERIOR no podía faltar a la cita, como ya hizo con el México de Vicente Fox, del nuevo Brasil. Un ex sindicalista, Luiz Inácio Lula da Silva, se ha convertido en la gran esperanza de los menos favorecidos pero también de los estamentos más representativos de la democracia capitalista brasileña. El ministro de la Casa Civil, José Dirceu, lo ha resumido claramente: “Tal vez el mayor desafío de nuestro gobierno y de los próximos años sea que Brasil ocupe un lugar en el mundo; pero para que Brasil lo haga, es preciso que nuestro pueblo ocupe su lugar en Brasil”.
Ese “país del futuro” que pronosticó –irónicamente– en 1942 el escritor de origen austriaco Stefan Zweig, antes de suicidarse en Río de Janeiro por la autodestrucción de Europa, ha estado más veces extraviado por vericuetos de crisis y errores que pendiente de la energía constructiva imprescindible para aprovechar los recursos naturales del país y sus gentes. Los artículos e informes agrupados en este número describen el peregrinaje en busca de Eldorado, subrayando las acciones y esfuerzos que requiere el empeño.
Con una dimensión continental equivalente a la de Estados Unidos o Canadá, Brasil es la segunda economía de Latinoamérica, por detrás de México, o la primera de la clasificación según cuales sean los parámetros elegidos. En efecto, ¿cuál es la riqueza de Brasil, medida por un indicador tan aceptado como es el PIB por habitante? Resulta llamativa la dispersión de las mediciones. Hace unos pocos años, y realizadas a un tipo de cambio de un dólar un real, las estimaciones cifraban la renta media entorno a los 5.000 dólares. Tras las devaluación del real de 2002 –de cuatro reales por dólar primero y ahora 2,9 reales–, el PIB per cápita se fija en 2.580 dólares. No obstante, según el…