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El agua no es tan clara

Carta a los lectores
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Somos sobre todo agua. Vivimos en la Tierra: el planeta azul. Bebemos, y también “comemos”, agua. Pero, ¿cuántos de quienes hemos dispuesto de ella le hemos dado el valor que merece?

Durante quizá demasiado tiempo hemos creído que el agua era un bien inagotable, un regalo al que no se le busca el precio. Sin embargo, se nos olvidaba que si el agua está a nuestro alcance es, primero, porque nuestros antepasados la buscaron, se asentaron junto a ella. Y, segundo, porque no necesitábamos tanta como ahora.

El crecimiento de la población, los nuevos hábitos de vida, la industrialización, la falta de conciencia ante el cuidado del medio ambiente y, en consecuencia, el cambio climático… Todo esto ha provocado que desde hace apenas unas décadas seamos más conscientes de que el agua también se agota y de que, como señala el antiguo director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Michel Camdessus, cuando se ensucia no solo no es fuente de vida sino que mata.

El agua se ha convertido en un asunto prioritario de la agenda internacional, pero todavía queda mucho por hacer para que esa concienciación sea asimilada por todos y, especialmente, para que el agua esté al alcance de todos y cure vidas.

Hemos hablado de quienes hemos dispuesto de ella en abundancia, pero si la escasez latente de agua ya se encuentra sobre la mesa en los países desarrollados, la escasez presente de los que menos cuentan para la economía mundial es constantemente debatida. Faltan los resultados. Falta acción. Y sin acción las cifras nos acusan: cerca de 1.500 millones de personas no tienen acceso a agua potable y 2.500 millones carecen de condiciones higiénicas mínimas. Demasiadas muertes sobre nuestras conciencias.

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) lo aclaran: el agua es clave directa o indirectamente…

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