El nuevo START firmado por Medvedev y Obama el 8 de marzo ha inaugurado una ‘primavera de Praga del desarme’ que continúa en mayo con la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación. El objetivo en las próximas décadas es el ‘cero nuclear’.
Cuando el Tratado de No proliferación Nuclear (TNP) quedó listo para su firma, el 1 de julio de 1968, la primavera de las barricadas de París acababa de concluir y la de Praga estaba en pleno apogeo. En menos de dos meses, la ciudad vería los primeros tanques soviéticos circulando por sus calles. El TNP sobrevivió a la guerra fría y al comienzo de un nuevo siglo con su nuevo conjunto de retos y amenazas. Sus 11 artículos nunca conmocionaron al mundo, pero se constituyeron como base sólida para el régimen de no proliferación nuclear. Ante las diversas crisis de los últimos años, el TNP ha demostrado ser un texto a prueba de terremotos. Algunos incluso encuentran sospechoso que el tratado haya sobrevivido durante tanto tiempo.
El principal logro del TNP es haber reducido al mínimo la expansión del «club nuclear». Antes del tratado, los expertos preveían un mundo con varias docenas de potencias nucleares. Desde Suecia hasta Suiza, pasando por Australia y Canadá, los países se apresuraban a desarrollar sus propios programas nucleares militares. Egipto, Turquía, Corea del Sur, Taiwan, Argentina y Brasil aspiraban a seguir sus pasos. Pero desde la firma del TNP, sólo ha habido un puñado de «tramposos» nucleares (Irak, Libia, Rumania, Irán y, probablemente, Siria). Hoy, muy pocos países se empeñan en permanecer fuera del régimen de no proliferación. Entre ellos, se encuentran Israel, India y Pakistán, que se negaron a firmar el TNP y adquirieron sus propias armas nucleares. Corea del Norte es el único país que ha abandonado el…