Las mentes perversas que planearon los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en Washington querían que Europa y Estados Unidos divergieran en sus respuestas. Esos desalmados saben que la gran fuerza de Occidente se basa en la relación histórica y estratégica entre estadounidenses y europeos, pero también que hay diferentes percepciones sobre la política internacional a ambos lados del Atlántico. Por tanto, un paso crucial para vencer a su enemigo sería debilitar el vínculo transatlántico. El día en que Europa y EEUU no sean aliados, Occidente se vendrá abajo. Los terroristas calcularon que, al atentar sólo contra EEUU, éste respondería de forma abrupta mientras que los europeos se verían sumidos en la duda.
Pero se equivocaron. La respuesta ha sido calculada y consultada, aunque lógicamente Washington ha querido llevar a cabo la acción militar directamente. La OTAN ha puesto de manifiesto una solidaridad inquebrantable. Los europeos darán todo su apoyo a EEUU para castigar a los culpables y evitar que actos así se repitan. Los gobiernos y las autoridades financieras han actuado de manera concertada para paliar las consecuencias económicas. Estadounidenses y europeos son hermanos, y creer que el hermano pequeño va a quedar pasivo o airear sus diferencias frente a un ataque contra el mayor es estúpido. Lo que los enemigos no entienden es que, en nuestra familia, existe la libertad de opinión y el diálogo abierto, y las decisiones se toman de forma unánime. Ellos confunden esto, que es nuestra fuerza, con una debilidad, porque están acostumbrados a las doctrinas únicas, a las verdades indiscutibles y al liderazgo irracional y sin control.
La relación transatlántica debe reforzarse para hacer frente a ataques como los del 11 de septiembre. Los enemigos de los valores occidentales deben aprender que es mucho más lo que nos…