Despejada la incógnita sobre quién presidirá EE UU, no ha desaparecido la incertidumbre, que aumentará o se reducirá a medida que se asiente la Trumponomics y aparezca el Trump electoral o el presidencial. Lo que sí prevalecerá será el Trump empresario. Y eso cotiza en los mercados.
Estados Unidos ha elegido a su 45º presidente, Donald John Trump, quien durante su campaña electoral se mostró claramente a favor de articular políticas proteccionistas, atacando con ímpetu el libre comercio, especialmente los tratados comerciales, para impulsar la industrialización de EE UU, en declive desde que iniciara la deslocalización de sus grandes empresas multinacionales en los primeros años noventa.
Si el presidente Trump finalmente adopta una política proteccionista y modifica la estrategia de crecimiento hacia fuera por otra de crecimiento hacia dentro, basada en el mercado nacional mediante el fomento industrial, con propósitos definidos de sustituir las importaciones de manufacturas y, al mismo tiempo, recuperar la producción de aquellas que están deslocalizadas; EE UU adoptaría un modelo de crecimiento basado en la Sustitución de Importaciones, donde el Estado y su política desempeñan un papel central en el apoyo a la economía y las industrias nacionales, de manera que se le ha rebautizado con el nombre de modelo de crecimiento liderado por el Estado.
Así que ya tenemos la “Trumponomics”, en alusión a la “Reaganomics” y la “Clintonomics”. La Trumponomics, se basa en “América primero”, siendo probablemente el acertijo más explorado por los economistas para descifrar su política económica, en consonancia con sus declaraciones y pronunciamientos, que incluyen grandes rebajas de impuestos personales y corporativos, una amplia reducción de la regulación sobre la exploración de hidrocarburos, la minería del carbón y el sector financiero y, al mismo tiempo, aumento del gasto en infraestructuras, incluidas las militares. Además, revisión de la política industrial y los tratados comerciales, asuntos…