En teoría Estados Unidos seguirá formando parte del acuerdo del clima hasta noviembre de 2020. Aunque, en la práctica, las medidas que han ido adoptando Trump y su equipo ya impiden, de facto, cumplir con los compromisos adquiridos cuando el país se adhirió a París.
El proteccionismo, la política migratoria, sus planes fiscales, la destitución del director del FBI, el posible impeachment, sus bombas… han ocupado los titulares de los primeros meses de Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos. Pero la política medioambiental de la súper potencia sufre un cambio de 180 grados, cuyo punto culminante ha sido su retirada del Acuerdo de París contra el cambio climático, lo cual no solo es importante para el propio país, sino también para el planeta, dada la relevancia de EE UU en las emisiones de gases contaminantes a nivel mundial, y porque la lucha contra el cambio climático se libra de forma colectiva, entre todos los países del planeta. ¿Qué cambios, además de la salida del Acuerdo de París, hay ya en la política medioambiental estadounidense?, ¿quiénes están al mando y con qué principios?, ¿qué repercusiones puede tener a nivel nacional y global?
Trump apuntaba maneras desde el principio con el nombramiento de Scott Pruitt como nuevo jefe de la Agencia de Protección Medioambiental estadounidense (EPA, por sus siglas en inglés). María José Caballero, responsable de campañas de Greenpeace, explica que Pruitt responde a un perfil negacionista: rechaza el consenso científico que afirma que el cambio climático está ocasionado por el hombre. Una anécdota ilustra su pensamiento. En el canal de televisión CNBC Pruitt afirmó: “Creo que medir con precisión la actividad humana sobre el clima es algo muy complicado y hay un tremendo desacuerdo sobre el grado de impacto. Por eso, no, no estaría de acuerdo en que…