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Diplomacia y apertura al exterior

Jaume Giné
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Abrirse a las inversiones extranjeras ayudará a modernizar un país donde un sector agrícola ineficiente emplea al 52 por cien de la fuerza laboral y representa el 17 por cien del PIB. India no puede pretender beneficiarse de la globalización y a la vez cerrar sus puertas al mundo.

 

India es el país más fascinante del mundo, un mosaico político, social, cultural y religioso de una dimensión y complejidad impresionantes. El país, con más de 1.200 millones de habitantes, es el segundo más poblado del mundo. Y uno de los cinco países Brics (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica, desde 2011). Cuenta con grandes empresas líderes en sectores como tecnologías de la información (IT), automóvil y farmacéutico, que se expanden en los mercados mundiales. El PIB indio creció un 43 por cien entre 2007 y 2012. Aunque menos que China que lo hizo un 56 por cien. Sin embargo, India afronta, a pesar de las reformas aplicadas desde 1991, varios problemas de gobernabilidad que deben ser corregidos si  quiere aprovechar su gran potencial de crecimiento económico y convertirse en una de las grandes potencias del siglo XXI. Aspira a ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de unas Naciones Unidas reformadas. Pero también debe mejorar su política exterior, más bien reactiva y condicionada por las disputas territoriales con Pakistán y China…

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