Parece bastante obvio que el debate sobre el lugar del islam en Europa probablemente nunca ha sido antes tan importante ni tan calurosamente debatido. Parece que el número de personas que cree que no puede haber un lugar genuino o establecido para la segunda mayor religión de Europa va en aumento. Esta opinión moviliza ahora a las políticas de muchos Estados europeos: el voto suizo en 2009 contra la construcción de minaretes es un ejemplo reciente de estas políticas del miedo. El resultado de esta votación sugiere que si los musulmanes van a seguir presentes en Europa, dicha presencia debería hacerse imperceptible o casi invisible, y que las libertades religiosas normales que sí disfrutan otros deberían restringirse en su caso.