POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 221

Dictadores Unidos, S.A.

Este ensayo llama a la unidad de los demócratas, para que los ciudadanos de países democráticos nos demos cuenta de que ninguna democracia está plenamente a salvo.
Gaspar Atienza
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Imagínense jugando a Risk, juego clásico de estrategia donde los haya, pudiendo elegir entre dos bandos cuyo objetivo es dominar y controlar el mundo: el democrático (sus armas son la democracia, la libertad, la igualdad y el Estado de Derecho) y el autocrático (cuyas principales armas son la propaganda y control de los medios de comunicación, el control policial, el miedo y la mentira). Al inicio del juego se reparten los países: en el primer bando quedan los europeos, Estados Unidos, Canadá, Australia, Japón y algunos otros. Del otro, Rusia, Irán, Venezuela, Corea del Norte, Siria y otros en los que, como Turquía o China, los hombres fuertes se han ido imponiendo.


Autocracy Inc., The Dictators Who Want to Run the World
Anne Applebaum
Doubleday, NY, 2024
224 págs.


Los países de la coalición democrática deciden paralizar el comercio con algunos, pero ni de lejos todos, de los países del bando contrario. Éstos se defienden tejiendo entre ellos nuevas redes de amistades, comerciales, económicas, de infraestructuras y militares, y ofrecen algo que, además, los otros no pueden ofrecer a sus miembros: impunidad y riqueza sin límite para sus líderes. Crean, efectivamente, un universo separado basado en la cleptocracia, donde prevalece el interés por el enriquecimiento propio a costa de los bienes públicos.

Este es el mundo que describe Anne Applebaum en su último provocativo y brillante ensayo. ¿Por qué las sanciones a Siria no lograron derrocar el régimen? La respuesta es sencilla: porque Rusia, China, Irán y otros países no lo dejaron caer. Las autocracias ya no funcionan de forma aislada: no se abandonan ni se dejan derrotar por los demócratas. La cleptocracia y la autocracia van unidas, se refuerzan y consiguen, también, laminar cualquier resquicio normativo o institucional que queda. La globalización del mundo de las finanzas y la tolerancia de las democracias ante esta corrupción internacional durante más de veinte años ha dado a los déspotas toda clase de oportunidades que antes no tenían.

Existe otro grupo de países, los híbridos, que juegan en ambos lados: son aquellos que hacen de puente entre uno y otro bando. Comercian libremente con gobiernos democráticos y con sátrapas, y aceptan blanquear dinero para los líderes de aquellos que ya no pueden comprar pisos en París o en Londres con la facilidad de antaño. Emiratos Árabes Unidos es un ejemplo claro: la compra de propiedades rusas en los Emiratos creció un 100% tras la invasión de Ucrania.

 

«Es un mundo en el que las autocracias toman decisiones coordinadas, los sátrapas no buscan el bienestar de sus pueblos sino de sus líderes»

 

Este es un mundo inmenso y muy rico al que es difícil decir que no: Zimbabue, liderada por Mnangawa desde 2017, tenía la oportunidad de llevar a su país en el difícil camino de la ley y el derecho. Pero optó por asaltar el sistema judicial, modificar la constitución para aumentar su poder sobre los jueces y mejorar su capacidad de sobornar a los más afines, cerrar un acuerdo con China por valor de 2.200 millones de dólares de inversión en minas (litio, platino y níquel) y sentar las bases de una sólida relación con Rusia expresando a Putin su solidaridad por la “operación especial” en Ucrania. Putin, agradecido, le regaló un helicóptero presidencial.

Estas son algunas de las historias que cuenta Applebaum en este ensayo que a nadie deja indiferente. Es un mundo en el que las autocracias toman decisiones de forma coordinada y ordenada; a los sátrapas no les interesa el bienestar de sus pueblos sino de sus líderes. Ya no hay un orden mundial liberal y la aspiración de crear uno es irreal, argumenta Applebaum, aunque haya sociedades liberales, abiertas y libres que todavía ofrecen la oportunidad de una vida plena que las autocracias no pueden. Pero sus ciudadanos tienen que defender estas sociedades frente a la demagogia y las amenazas internas y externas que buscan dividirles. Democrats United, el epílogo del libro, es la llamada de la autora, no para que repliquemos el mundo de Dictadores Unidos, S.A., sino para que los ciudadanos de países democráticos nos demos cuenta de que nos necesitamos y de que ninguna democracia está plenamente a salvo, ninguna.