Pocos meses después de la elección papal del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, al comprobar su interés por el diálogo interreligioso y sus gestos de cercanía hacia los líderes de otras religiones, le envié dos libros míos sobre el tema: Fundamentalismos y diálogo entre religiones (Trotta, Madrid, 2009, 2ª ed.) e Islam. Cultura, religión y política (Trotta, Madrid, 2009, 2ª ed. y numerosas reimpresiones). El secretario de papa Francisco, monseñor Fabián Pedacchio, me respondió inmediatamente: “He recibido sus dos libros que he entregado al Santo Padre”.

Tras leer unas declaraciones de Francisco en las que defiende la necesidad de “ampliar los espacios de una presencia femenina más incisiva” y considera “un proceso benéfico” la “presencia creciente de las mujeres tanto en la vida social, económica y política a nivel local, nacional e internacional, como en la eclesial”, le enviaré Islam. Sociedad, política y feminismo (Dykinson, Madrid, 2015), del que soy director y coautor, que aborda preferentemente el papel de las mujeres en el islam.

Debo reconocer que los análisis sobre los conflictos actuales expuestos en mis libros coinciden en buena medida con los elaborados por el papa Francisco. En contra de los agoreros que no ven más que nubarrones en el horizonte, sin negar la negatividad de la historia, y muy especialmente de la historia reciente, mis análisis me llevan a pensar que: ni el choque de civilizaciones es la ley de la historia; ni las guerras de religiones son una constante en la vida de los pueblos; ni los fundamentalismos pertenecen a la esencia de las religiones; ni los enfrentamientos entre las diferentes etnias están en la naturaleza de éstas; ni las diferencias culturales tienen que desembocar en conflictos entre ellas; ni las diferentes disciplinas tienen que estar enfrentadas por defender celosamente su campo de estudio; ni los pueblos…